Javier se hizo daño en la playa y se cortó con unas piedras, lleva un par de días adolorido, así que iremos a ritmo despacio recorriendo Nantes.
Lo que sucede es que caminar con un pie medio cojo, y una niña que se quiere dormir la siesta en brazos, es bastante jodido, ya que después de lo de Disneyland y París que estuvimos tirando del carro todo el día, pues no lo queremos ni ver, y nos estamos haciendo polvo el nervio ciático. 😰
Hay que decir que es muy duro hacer turismo con niños pequeños, porque estamos todo el rato... "no chupes la barandilla" "cuidado con las escaleras" "ven acá que por ahí pasa el tranvía" "deja de pegar a tu hermana" ... agotador. Los niños no tienen los mismos intereses que nosotros y a veces lo que quieren es jugar, pero con tanto virus ya no sabe uno qué pensar! en fin que sino volvemos con la gripe del cangrejo o con la fiebre de la liebre de milagro será! 👪
Llegamos a Nantes y aparcamos en el parking de la Isla de las Máquinas, vimos una cola enorme para entrar, y no se pueden sacar los tickets online, con lo que hay que hacer la cola sí o sí. Así que, como Javier tenía el pie malo, fuimos a ver los alrededores a pensar qué hacíamos, así que decidimos pasear por la cuna de Julio Verne, y ponernos a soñar con las máquinas, diseños locos que decoran toda esta linda ciudad.
La verdad que la isla de las máquinas está genial. Los tickets son para ver la exposición interior pero en la explanada, de repente ves a un elefante enoooooorme barritando, echando agua por la trompa y dand un paseo por el parque llevando en su lomo decenas de personas, ¡impresionante!
Hay dos carruseles espectaculares, uno pequeño de animales y objetos fantásticos, muy logrados y que se mueven de manera muy divertida para los niños (grandes y pequeños):
y uno más grande de dos plantas que nos retrata el fondo marino.
Seguimos caminando en dirección al centro y, cruzando un puente por el río Loira, vemos un barco museo de guerra. Es un destructor Francés que está anclado aquí y sirve para que la gente se acerque a las fuerzas armadas Francesas:
Seguimos paseando por Nantes y nos encontramos con este rincón especial, el Pasaje Pommeraye, que es un coqueto centro comercial del año 1840 que une a las dos calles comerciales de la ciudad. Entramos y es precioso, tiene tiendas de todo tipo, muy cuidadas y elegantes.
Pasear por Nantes un domingo, es encontrar todo tranquilo y cerrado. En Francia el Domingo SE DESCANSA. Me parece maravilloso. 😎
Nos adentramos en el centro de la ciudad y nos topamos con el palacio real! y con la iglesia de San Nicolas: Preciosa iglesia de estilo Barroco, que destaca por su rosetón y la luz que aportan sus vidrieras:
Nantes es una ciudad muy artística, y por todos los lados hay obras de arte, al salir de la Iglesia de San Nicolas nos encontramos estas esculturas y nos perdemos en el bosque de fotos:
O como en este caso, nos encontramos a una escultura que parece que está desplegando el césped:
Nos perdemos por las calles de Nantes y nos encontramos la calle de los restaurante y los bares, que estaba llenita de gente y tenía unos restaurantes con muy buena pinta. Había de todo tipo, Francés, Español (bocatas de jamón de salamanca), Coreano, árabe, Japonés, etc. Nos entró el hambre solo de pasar...
Y a pocos metros nos encontramos con el Castillo de los Duques de Bretaña, que está bien conservado y es precioso! 😱 Se puede hacer una visita gratuita por todo el borde de la muralla exterior y por el patio central. Puedes pagar para ver el interior del museo, pero nosotros no lo hicimos porque los niños estaban cansados.
Para finalizar la visita nos quedamos jugando en la parte de abajo del castillo de los duques de Bretaña, que hay una fuente donde los niños pueden jugar con Agua.
Y caminado, caminando.... nos volvimos al coche y después de 15 minutos bajo la lluvia nos volvimos a casa a PontChateau, y como no habíamos comido mucho nos hicimos un homenaje de cena!
Hasta el siguiente episodio amigos...
