Salimos de Madrid el jueves por la noche, en modo caravana familiar escapando de Mordor.
Llegamos a la Font del Bisbe a las 2:00 a.m., con ojeras, maletas y el GPS llorando en arameo.
La casita: un amor.
En pleno bosque, debajo de las murallas de Girona.
Acogedora, rústica, misteriosa. Un lugar perfecto para escribir novelas… o perder un zapato como Cenicienta huyendo del jabalí nocturno.
Pero lo mejor fue aparcar:
👉 camino oscuro
👉 maniobra marcha atrás
👉 PRECIPICIO A LA DERECHA.
Una actividad adrenalínica gratis con la reserva de la casa.
Metimos niñas en la cama, descargamos la vida y a dormir, con el sonido de los grillos y los nervios todavía en la garganta.
🏖 Playa de Sa Conca (S’Agaró):
Snorkel, piedras cabronas y nevera de campeones
El día siguiente arrancó playero:
Nos fuimos a Sa Conca, en S’Agaró, con nuestra nevera Coleman cargada como si fuéramos a cruzar el Sáhara: frutas, cervezas, sándwiches, hielos y dignidad.
La playa es de postal:
Aguas cristalinas, duchas públicas, baños decentes y peces en la orilla para fliparlo con el snorkel.
PERO nadie nos avisó de lo más importante:
💥 ¡PLAYA DE PIEDRAS!
No callaítas, no. Piedras afiladas que se clavan en el alma.
Y nosotros sin water shoes. Mal.
La entrada al agua fue una performance entre ballet de dolor y gincana acuática. Las niñas lo dieron todo como sirenitas ninja, nosotros parecíamos patos mareados.
De camino a casa, paramos a comprar en un Mercadona (que hay cositas sin gluten rápidas paramos los intolerantes de la casa) y en una frutería espectacular 😍 de productos locales, de cercanía.
🍦 Helado nivel Dios: Rocambolesc by Jordi Roca
Después de ese momentazo de exfoliación plantar forzosa y mucha sal marina, nos fuimos a Girona ciudad al atardecer.
Y ahí sí: el orgasmo de la jornada.
El helado de Jordi Roca.
Fantasía comestible, cuchara de unicornio, toppings imposibles. Te reconcilia con todo: con la piedra de la playa, con el precipicio del parking, con tu niño interior.
✨ Y como broche de oro: paseo por las murallas de Girona, donde no se escucha el ruido, se escucha la luz. Calles con alma, esquinas con historia y un Barri Vell que huele a magia vieja. Girona es para caminarla con los ojos abiertos y el corazón encendido.
🌀 Moraleja del día 1:
Si sobrevives a una maniobra marcha atrás con precipicio, te clavas todas las piedras de una playa catalana y luego te comes el mejor helado de tu vida… estás en el lugar correcto.
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