Otro dia mas en el paraíso!
Después de unos días ajetreados, el domingo por la mañana decidimos tomárnoslo con calma. Una buena sesión de deporte para estirar las piernas, un desayuno tranquilo y tiempo para disfrutar de la casa… ¡lo que necesitábamos para recargar las pilas!
La urbanizacion es una barbaridad, tiene de todo! Kike y Javi fueron a hacer ejercicio a un parque donde hay barras, saco de boxeo y hasta un grifo con toallas para asearse y refrescarse. Las niñas decidieron patinar y jugar en el parque 😻
Ya con las energías renovadas, por la tarde nos aventuramos a Playa del Carmen. No hacía demasiado calor, así que nos pintaba bien. Aparcamos en un centro comercial y nos adentramos en lo que solo puedo describir como la "jungla del consumismo guiri". ¡Madre mía, qué experiencia! Cientos de guiris rojos como la papaya, que les podias adivinar el modelo de bañador que llevaban por las marcas rojas, deambulando como zombis y por otro lado mexicanos a la caza del USD… ahora se porque huimos de los resorts 😒
Cientos de tiendas a lo largo y ancho de la Quinta Avenida, pero ninguna que nos enamorara. Dependientes con una actitud que dejaba mucho que desear, y todo carísimo. Queríamos comprar unas buenas camisetas de calidad, pero lo que encontramos fue una gran decepción: todas "made in China", con costuras que daban pena, y las artesanías textiles… ¡ni hablemos! Acabados mal hechos, hamacas sucias y a precios que te hacían dudar si estaban hechas de oro o qué. Total, que nos fuimos con las manos vacías y el bolsillo intacto, pero con una frustración considerable.
Para darle un giro a la tarde, decidimos buscar un sitio para cenar y, tras un cambio de atuendo para cumplir con el dress code casual, nos fuimos a cenar a un restaurante en una cueva llamado ALUX. Y sí, ¡una cueva de verdad!
El lugar era una pasada, con un ambiente que te dejaba sin palabras. Empezamos bien, con unos chapulines de aperitivo (¡grillos, sí señor!) que nos dieron ese toque de aventura que tanto nos gusta. Pero, no todo fue color de rosa… aunque el sitio era impresionante, teníamos a cuatro camareros pegados a nosotros como si fueran nuestra sombra. No terminábamos de dar el último sorbo a la cerveza, y ya nos estaban quitando el vaso y ofreciendo otro… ¡un estrés total! Nos sentíamos más observados que si estuviéramos en un examen.
Los platos eran increibles! Risoto con langosta, lomo de res espectacular y un salmon en salsa de coco! Todo riquisimo y no muy caro… bueno un poco para ser Mexico pero en la linea de un restaurante de lujo.
Así que cogimos el coche y nos volvimos para casa…
Pero bueno, a descansar, que mañana será otro día. ¡A ver qué aventuras nos trae!
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